EL CUERPO ORANTE

Son muy numerosos los contactos físicos de Jesús con las personas que se le van presentando. Quien se aproxima a Él, más que sólo hablar con Jesús, es tocado por Él (Mt. 8,3; Mc. 1,41) o es la persona que se siente en suficiente confianza como para tocarlo también (Mt. 9,21): Jesús toca la mano, toca la cabeza, mete sus dedos en las orejas, (Lc. 22,51) toca los ojos (Jn. 9,6) toca a los enfermos y toca los muertos (Lc. 8,49) –con el escándalo que significaba para la mentalidad judía puesto que los cadáveres eran “impuros”-. Por su parte, una mujer pecadora, unge y besa fervientemente los pies de Jesús con un perfume carísimo de nardo (Jn. 12,3). Otra que tenía flujo de sangre toca la orilla de su vestido (Lc. 8,43). En la última cena, su amigo íntimo está recostado en el pecho de Jesús (Jn. 13,25). Las mujeres prepararon su cuerpo para su sepultura. A Magdalena el mismo Jesús le pide que deje ya de tocarlo (Jn. 20,17). Invita a Tomás a meter sus dedos en sus llagas y en el costado de su cuerpo ya resucitado (Jn. 20,28).
Todos estos textos, no dejan duda de que para Jesús, el cuerpo y el contacto con él era fundamental en la relación consigo mismo y en el encuentro con Dios. Sólo pensemos en que la Eucaristía nos deja su cuerpo y su sangre para alimentarnos....
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